El difunto Steve Jobs era un genio del marketing, un maestro de la gestión de equipos y, además, una de las mentes más innovadoras de los últimos tiempos. Y, sin embargo, en nuestras mentes será recordado, además, por un detalle trivial: su vestimenta.
Durante años, Jobs vistió exactamente el mismo atuendo en todas sus presentacones o ‘keynotes’: un polo negro de cuello alto, pantalones vaqueros y zapatillas de deporte blancas.
Una combinación que ha sido aclamada por diseñadores como Ralph Rucci, que la incluye entre las dos o tres piezas más “auténticamente originales” de la moda moderna, y también por el público que se lanzó a las tiendas tras el fallecimiento de iGod, haciendo que las ventas de polos negros de cuello alto se dispararán en los días posteriores.
Por qué vestía Jobs este uniforme siempre ha sido un misterio, hasta que él mismo se decidió a revelárselo, antes de morir, al autor de su biografía, Walter Isaacson, durante una entrevista a la que ha tenido acceso el medio estadounidense Gawker.
Este es el fragmento de la biografía, que saldrá a la luz en dos semanas, en el que Isaacson explica el por qué del atuendo de iGod:
“En un viaje a Japón a principios de los años 80, Jobs preguntó al presidente de Sony, Akio Morita, por qué todo el mundo vestía uniforme en su compañía. Él le contó que, después de la guerra, nadie tenía ropa, y empresas como Sony habían provisto a sus trabajadores de una prenda que vestir a diario. Con el paso de los años, esos uniformes se habían convertido en auténticas firmas de estilo, especialmente en compañías como Sony, y se habían convertido en una forma de tender lazos entre los trabajadores y la empresa. “Decidí que yo quería ese tipo de lazos para Apple“, recordaba Jobs.
Sony, con su aprecio por el estilo, había contratado al famoso diseñador Issey Miyake para que creara su uniforme. Se trataba de una chaqueta de nylon con mangas que se podían desabrochar para convertila en un chaleco. Así que Jobs llamó a Issey Miyake y le pidió que diseñara un chaleco para Apple. “Volví con algunos ejemplos y le dijo a todo el mundo que sería estupendo que se pusieran los chalecos. Oh, tío, salí abucheado del escenario. todo el mundo odiaba la idea”, recordaba Jobs.
En el proceso, sin embargo, había trabado amistad con Miyake y comenzó a visitarlo regularmente. Además, comenzó a rondarle la cabeza la idea de tener su propio uniforme, por lo práctico que sería para su día a día y por la capacidad que podría tener para crear su sello personal. “Así que pedí a Issey que me hiciera unos cuantos de esos polos de cuello alto suyos que a mí me gustaban, y me hizo como un centenar de ellos”. Jobs percibió mi sorpresa cuando me contó la historia, así que me los mostró, encajados en el armario. “Esto es lo que yo visto”, dijo. “Tengo suficientes para el resto de mi vida”.
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